Llegaste a mi vida en esta mañana de otoño, sé que vienes para ayudarme, como un ángel para alzarme con tus ojos y con tus alas de amor, también yo te entregué mis escasas pertenencias. Fue un amor a primera vista.
Con la certeza de celebrar la suerte que tenemos, de ver y de sentir de forma diferente, de explorar en los pliegues de las personas y encontrar siempre, una causa para salvarlas, para llevarlas a un lugar mejor y abrigarlas entre tus manos y las mías.
Me miraste y me dijiste que tenías una fuerza especial y que querías compartirla, con esos universos que nos importan y conmihgo. Yo te creí, por eso te presento los horizontes de algunas personas, que
también me salvan, con los sueños que retienen en la esquina de cada mirada, con la alegría que celebran las cosas sencillas, también con la lección imprescindible, de una mujer que me decía que no había que oponer resistencia a lo que sucede, sólo así, empezaría a sanar el dolor. Se llama Coral y me regaló los pendientes que llevaba. Guardo conmigo este gesto hermoso y cierto.